Un estudio clandestino de los bioterroristas desatará el Apocalipsis Z

SINOPSIS

Un grupo de militares altamente cualificados ha sido llamado para aclarar y solucionar un sospechoso caso de bioterrorismo en Afganistán. Sus pasos llegarán hasta una ciudad del país, Qandahar, en la cual se vieron los terroristas por última vez. Sería sencillo. Entrar, sacar a los terroristas y destapar toda la trama; pero a sus espaldas el ser humano está siendo sacudido por el peor captor jamás pensado: el propio ser humano, sediento de carne humana con vida.

(II) PARTE II: El Principio del Fin. Apocalipsis.

Primer contacto: Lo que pasó en el Centro Militar Estratégico. Kabul (Afganistán)

II

El teniente, intentando mantener sus dotes de mando, sacó el cargador de la pistola y miró las balas que había. Había quince balas, por tanto, no se había usado. Cargó de nuevo la Beretta, y pensó que tal vez debería usarla no muy tarde. Aunque estaba en un centro militar, se encontraba aislado, sin ningún tipo de códec, ni móvil, ni walkie; en definitiva, únicamente tenía una pistola con quince balas para auxiliarlo.

-Usted es el teniente Hopkins, ¿verdad?-preguntó la inocente enfermera.

-Así es-respondió tosco el militar.

-Es justo como me lo habían descrito-susurró Daniela, soltando una risita.

De repente, ya no hubo ningún sonido en el exterior de la enfermería. Hopkins pensó que estaba sufriendo alucinaciones y todo había sido una mala pasada de su cansada mente. Sin soltar la pistola, se aproximó a la puerta. Daniela, en cambio, retrocedió.

Cuando el teniente llegó a la puerta metálica, apoyó la oreja para escuchar con más detalle. Se percató de que no había nadie, y se decidió a abrirla. La enfermera soltó un grito ahogado, y después hizo caso de las indicaciones del militar. La joven se puso justo detrás del teniente armado. Giró el pomo con lentitud, prestando atención al exterior. Cuando el pomo llegó al tope, Hopkins sintió un escalofrío. Abrió un poco la puerta de metal, lo suficiente mirar un poco. Justo debajo de la puerta había un charco de sangre, y más lejos, otro más grande. Manos ensangrentadas tatuadas en la pared y en el suelo. Y no había nada más. Por tanto, asomó la cabeza.

La escena se repetía. Sangre, sangre y más sangre, y muchas armas por el suelo. Los pasillos estaban silenciosos, lo cual le extrañó, aunque si escuchaba con detalle podía oír alaridos muy en la lejanía y también gritos de angustia. Era muy lejos, lo suficiente como para salir y dirigirse al Centro de Mandos a pedir ayuda. Observó más en detalle hasta que vio muy cerca un fusil.

-Voy a salir-le dijo a la enfermera, que estaba detrás, asustada-. Quédese aquí, volveré con ayuda.

Daniela no dijo nada. Su cuerpo se descompuso al pensar que se quedaría sola, allí, con ésos locos fuera. El teniente abrió un poco más la puerta y sacó la mitad del cuerpo. Entonces los alaridos sonaron más altos. Venían desde lo lejos del pasillo, y unas figuras se acercaban a toda prisa. No reaccionó tan deprisa ya que vio algo confuso en una de las figuras. Eran dos científicos, pero uno corría, hablando un lenguaje que entendía pero no oía muy bien. El que le perseguía emitía gritos coléricos y tenía la bata ensangrentada. Esperó, aunque notaba como Daniela tiraba de él desde detrás, gritando que entrara de una vez.

-¡Ayuda!-gritaba como un poseso el científico.

¡Era Petroff! Y no estaba como esos seres.

-¡Aquí Marcus!-gritó Hopkins.

Justo entonces, desde detrás, tres soldados salieron a los gritos que el militar soltó. Ni siquiera miraron en detalle dónde estaba, sino que corrían hacía la voz, a toda velocidad. Hopkins se percató de los nuevos visitantes y tuvo imperantes ganas de cerrar la puerta y dejar a suertes la vida del científico; pero su sentido bélico salió adelante, ya que Petroff era muy bueno y sabía mucho del estudio de los bioterroristas. Él era una de las claves de su éxito.

-Si me cogen, cierre la puerta-le ordenó a Daniela, que seguía tirando de él.

Hopkins salió al pasillo, y casi resbaló con la sangre que estaba de felpudo. Indicó con el brazo a Petroff que estaba allí y notó cómo el científico aumentaba la velocidad. Se volvió y apuntó a los tres seres que se acercaban a toda prisa. Miró al fusil del suelo y se dispuso a cogerlo. Corrió, se deslizó un poco y agarró el fusil a la mitad. Apuntó a los seres que tenía encima y apretó el gatillo. Varios agujeros rojos se dibujaron en sus torsos, ya ensangrentados, y eso no los hizo retroceder. Hopkins se quedó petrificado, y sin esperar más tiempo, volvió atrás corriendo. Petroff estaba llegando a la puerta, cuando el militar pudo ver que el científico que le perseguía era Salazar con los ojos inyectados en sangre, y con parte de la mejilla arrancada.

-¡Entre a la enfermería!-le indicó mientras apuntaba a ambos lados.

El científico entró casi de un salto. Después entró el teniente, derrumbado mentalmente, viendo una y otra vez el rostro no humano del científico, Rick Salazar. Seguidamente, se sucedieron los golpes y los alaridos de los seres que estaban fuera.
Petroff, descansaba, medio agachado, con las manos en las rodillas. Respiraba a un ritmo frenético, y el pecho le daba unos pinchazos que casi le impedían articular palabra. En cambio, Hopkins estaba aturdido, pensando en los disparos que habían interceptado en el pecho de los seres de afuera, y que éstos no se habían inmutado. Si esa gente era humana, no era normal nada de lo que estaba pasando.

-Estamos perdidos-empezó Petroff, con respiración aguda-. Son como caníbales, ansiosos de carne humana. Cuando estábamos en el laboratorio, Rick y yo, empezamos a oír mucho jaleo fuera, y cuando nos asomamos a los pasillos vimos varios soldados corriendo hacia el pasillo. Esperamos un poco. Oíamos gritos, golpes, y más gritos, y la puerta del pasillo del laboratorio estaba abierta. Entonces, poco después, un soldado, ensangrentado y enloquecido, se lanzó contra Rick y lo mordió en el brazo-la voz se le resquebrajaba-. Entramos en el laboratorio, dejando a ése loco detrás de la puerta. Intenté curar a Rick, pero se iba apagando poco a poco. Iba presentando los mismos síntomas que los infectados que vinieron desde Qandahar. Esperamos algún tiempo dentro del laboratorio, y en ese tiempo, Rick murió. Pero volvió a la vida-y empezó a llorar desconsolado.

-Es cierto, todo aquel que recibe un mordisco muere y vuelve a la vida… cambiado-completó el teniente-. Eso mismo le pasó a un soldado en el pasillo.

Petroff, sollozando, continuó:

-Rick ya no era él. Estaba totalmente desinhibido, furioso y con ganas de “cazarme”. Se abalanzó contra mí, pero pude reaccionar pronto y salir, aunque no pude cerrar la puerta, pues Rick sujetaba desde el otro lado. Así que la solté y empecé a correr como loco, sabiendo que detrás venía Rick, o lo quedaba de él. Cuando salí al pasillo corrí hacia ésta dirección, ya que vi a dos soldados devorando a otro en el suelo. Después, solamente recuerdo que corría, corría…

Se hizo el silencio en la enfermería. Petroff se tumbó en una de las camillas para atemperar su ritmo cardiaco y respiratorio. Daniela intentaba llamar por teléfono, pero no daba señal. Estaban incomunicados, y los infectados de afuera no les daban tregua, seguían aporreando la puerta. Hopkins vigilaba que no entraran, y atendía sobre todo a la presencia de los infectados en el exterior, y cuando intentaba salir, antes de abrir la puerta, volvían a embestir la puerta.

Se acercó a la enfermera, que golpeaba el teléfono contra el escritorio, llorando desconsolada. Le puso la mano en el hombro, y aguantando las lágrimas le dijo:

-Todo saldrá bien. Vendrán a buscarnos en cuanto se enteren de lo ocurrido.

-¿Cómo puede estar tan seguro?

-Es muy probable que haya más gente como nosotros aquí, y tal vez hayan avisado. Si lo han hecho, en muy poco tiempo estaremos fuera de este infierno. Piense en algo que le pueda dar fuerzas, algo que le anime-le dijo al verla más sosegada.

-Sí-y rió la joven-. Pensaré en mi familia, en mi perro, en los buenos momentos… Gracias.

-¡Claro, eso es!-exclamó Hopkins, y los ojos se le encharcaron cuando pensó en su familia-. Ahora, tómate un descanso, tu turno hoy ha terminado-le ordenó, riendo.

Cuando Daniela se fue a recostar sobre alguna camilla, Hopkins se quedó solo, en la amplia y fría sala. Había luz, y eso era importante. Se acercó al ordenador y se intentó conectar a internet, pero la señal estaba cortada, y por tanto, no había conexión. No podían entender la razón por la cual estaban incomunicados, es más, la conexión a internet, así como la telefónica llegaban desde Kabul. Si habían perdido la conexión en el centro, el problema venía desde Kabul. Entonces la sangre se le empezó a helar cuando supuso que los seres del exterior podían haber extendido su presencia más allá. Entonces, apagó la pantalla del ordenador, y se acercó de nuevo a la puerta. Allí seguían un par de infectados asestando mamporros sobre la puerta metálica, creyendo que alguna vez se vendría abajo, aunque estaban muy equivocados. Miró de nuevo la M4 y pensó en que los infectados no habían notado a penas los disparos en el pecho, y de nuevo, quedó petrificado. Ya no le quedaba mucho más que hacer a pesar de portar un arma y ser una autoridad importante allí, ya que ésos seres no paraban de multiplicarse. Sin más, el cansancio volvió a su cuerpo y se dirigió a los boxes, donde estaban las camillas.

Continuará...

4 comentarios:

irakolvenik dijo...

A la cabeza! A la cabeza! Eso es lo primero que se aprende en un apocalipsis zombie...
Por cierto, una pregunta: en esta historia ¿partimos de una realidad como la actual pero sin la figura del zombie en el imaginario colectivo? Lo digo porque parece que los personajes no tienen ni idea de lo que es un zombie, o en este caso al parecer un infectado.

Un saludo!

Fer dijo...

La historia es actual, pero para que me entiendas, quería introducir una historia en la cual los personajes se vieran sumidos en un verdadero aprieto del cual no sabían nada, ni siquiera actuar. Podríamos decir que sí se conocen los zombies, aunque, como gusto personal las historias que se introducen en un AZ con los personajes como especialistas en matar zombies no me gustan en mis historias. Me gusta que se viva el miedo, y que los instintos de supervivencia lleven finalmente a acabar disparando a la cabeza. Además, cuando se escribe una historia de este tipo, aunque sea en la realidad actual con toda la información zombie, me gusta el hacer notar que parecería imposible que se pudiera dar un AZ, con lo cual no se teien en cuenta.

Es algo personal, aunque los personajes tendrán muy claro cuál es el punto débil de sus enemigos.

Un saludo, y espero que resuelva tus dudas!!!

Anónimo dijo...

bueno ñam si yegara a pasar ya tendriamos muy en cuenta darles en la caveza sin dudarlo pero esta bien que en el ahsitoria no sepan que pasa y si pasara eso la gente se quedaria petrificada y no sabria a donde disparar ya hasta que se sepa de la exstensia de los zombies un saludo!!!
AloneSparda (la verdad son las 2:32 a.m y me acabo de espantar por un ruido en mi casa jajajajaj)

Mathias dijo...

Ala!
Esta historia la encontré por descuido y me terminé enganchando jaja
me gusta mucho y consigue mantenerte en situacion durante los distintos capitulos jajajajaja
Sigue escribiendola xD

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A los fans del género, en especial, y a todos en general...

Espero que os esté agradando la novela. Me entretiene mucho escribir, y creo que la mejor manera de ver si a uno se le da bien es haciendolo. Por ello, aquí os he puesto a vuestra disposición mi primera novela de terror, donde plasmo mi verdadera satisfacción por los zombies.
La valoración de público es lo más importante a la hora de sacar adelante un proyecto, así que lo dejo en vuestras manos. Espero que colaboreis.

Atentamente, Fer.


Un pequeño GRAN empujón...

Desde Amanecer Zombie, NEO ha tenido la grandiosa idea de hacer una entrada donde incluye a autores independientes, como mi caso y otros amigos (Plaguelanders, es un claro ejemplo), denominado "Especial Relatos Zombies V 1.0". No lo dudéis, entrar y conocer otras historias. Es una ayuda muy importante, una iniciativa que se valora pero mucho.

¡¡Gracias!!

"Sin palabras"

Un estudioso, es más, un profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, el Dr. Steven C. Schlozman de la escuela de Medicina, no duda de que pueda darse en algun momento un Apocalipsis Z.
Enlace: http://trabucle.com/profesor-de-harvard-un-apocalipsis-zombie-podria-ser-posible/