Un estudio clandestino de los bioterroristas desatará el Apocalipsis Z

SINOPSIS

Un grupo de militares altamente cualificados ha sido llamado para aclarar y solucionar un sospechoso caso de bioterrorismo en Afganistán. Sus pasos llegarán hasta una ciudad del país, Qandahar, en la cual se vieron los terroristas por última vez. Sería sencillo. Entrar, sacar a los terroristas y destapar toda la trama; pero a sus espaldas el ser humano está siendo sacudido por el peor captor jamás pensado: el propio ser humano, sediento de carne humana con vida.

(XVII) PARTE I: Contacto

LUCAS, SHU, ORLANDO Y SAMANTHA-Qandahar (Afganistán). 04.00 horas

Lucas estaba con todo el cuerpo revuelto. Tenía ganas de vomitar, sabía que así se sentiría mejor, pero había algo que lo había alarmado tanto que dejó de pensar en mejorarse. Ese disparo le encogió el corazón, y pensó en lo peor. No había habido respuesta de ningún tipo, o por lo menos él no la había oído. Hacía ya unos minutos que llamaba a sus compañeros para comunicarle lo que habían visto y no recibía respuesta por el códec. Era todo un cúmulo de casualidades, o tal vez había sucedido lo peor.

Orlando, que estaba apoyado sobre sus piernas flexionadas, estaba ausente, intentando asentar todo lo que estaba pasando. Shu y Samantha no se habían movido de donde les dijeron que se quedaran, aunque estaban perdiendo la paciencia de que los dos no volvieran.

Lucas apenas notaba ya el olor, mientras llamaba insistente una y otra vez a sus amigos. El corazón le iba a una velocidad fuera de lo normal, y casi no podía respirar de la tensión que le venía una y otra vez. No tenía respuesta. Maldecía una y otra vez para sus adentros, y volvía a intentarlo de nuevo. Pero nada. Decidió desistir, de tal manera que tendrían que ir a buscarles ellos mismos. Se volvió a buscar a Orlando.

Orlando notaba una buena mejoría. El mareo había remitido, la sensación de náuseas había desaparecido, y aunque aún olía igual de mal, su olfato se había acostumbrado un poco a la podredumbre. Aún estaba de rodillas, pero sabía que no podía estar más tiempo así, ya que tenían que salir de Qandahar y registrar los daños, pues imaginaba que la mujer muerta no sería la única sorpresa en la ciudad fantasma. El mexicano se incorporó, se echó a su espalda el rifle francotirador, y agarró la M4, más ligera y más pequeña. Suspiró y se dispuso a andar cuando de pronto notó el chirrido de la puerta del pequeño habitáculo que tenía a sus espaldas. La habían entornado y no hacía viento suficiente para moverla. Nada ni nadie podían mover la puerta, a no ser que fueran ellos, y ese no era el caso. Sintió un escalofrío que llegó a la altura del cuello y fue descendiendo a toda velocidad por la espalda. Se extendió por todo el cuerpo cuando notó pasos arrastrándose detrás. No tenía más remedio; se giró.

Cuando miró hacia detrás, apuntó con la M4 hacia la puerta de la caseta, que estaba abierta, alumbró y vio una sombra reflejada en el suelo gracias a la luz. Esa sombra venía de dentro. Se movía como cansada, sin apenas mover los brazos. Miles de moscas se adelantaron al visitante nocturno y sobrevolaron la cabeza de Orlando. Se las intentó quitar de encima pues todas buscaban como locas posarse sobre su piel, y en esa fracción de segundos, notó un gritó desde lo más profundo de la garganta que se echaba encima y cayó al suelo, empujado por algo. Su M4 salió disparada a un paso de distancia. La linterna le dio la espalda y apuntó hacia donde no había nadie.

No veía nada. Solo notaba el grito agudo y terrible por encima del suyo de lo que fuera que le estuviera acosando. Además, fuera lo que fuera le agarraba del chaleco y le zarandeaba de arriba abajo. Orlando sacudió los brazos e intentó quitarse de encima el peso que tenía. Orlando palpó lo que parecía un brazo rasgado y magullado. Sentía calor muy cerda de su cara. Alguien estaba respirando cerca de él. Calculó la altura a la que estaría la cabeza de su agresor y asestó un puñetazo con todas sus fuerzas. Notó como su mano se hundía en el hueso de la mandíbula.

Quedó libre.

Dio una vuelta por el suelo hasta llegar a la M4. La agarró, y aún tumbado, apuntó a todos lados. Tardó en ver lo que le había atacado, pero dio con ello cuando la mujer se le echó de nuevo encima. Aunque pareciera increíble, la mujer que estaba muerta en proceso de putrefacción dentro de la caseta, estaba atacándole, y tenía una fuerza descomunal. Pudo alumbrarla, y vio la carne en descomposición, colgando. La cara, aunque muy magullada dejaba a la vista unos ojos rojos inyectados en sangre y una boca con manchas carmesí, abierta, intentando llevarse un bocado.

Cuando la mujer se lanzó encima de nuevo no hacía más que gritar y mover los brazos, intentando quitar lo que los separaba: la M4. Orlando intentó echarla hacia atrás, pero su fuerza era increíble. Gritaba y jadeaba encima suya, y al ver que no podía acercarse más a él entonaba con mayor intensidad, como resignada. Los músculos de su brazo no podían más, y con las piernas, a pesar de golpearla, no hacía nada. Sintió el calor de su aliento muy cerca del cuello. ¿Qué le pasaría?

Vio la luz. Una luz que le inundaba, sus ojos se cerraron y sintió lo más cerca posible los dientes sanguinarios de la mujer que tenía encima. De repente, oyó un fuerte golpe, acompañado del crujir de un hueso al romperse en pedazos. La mujer salió disparada hacia un lado y gritó aún con más fiereza.

Los ojos de Orlando se acostumbraron a la luz que le daba de lleno en la cara, y pudo ver más o menos una figura conocida. Era Lucas, y le había quitado de encima a esa loca de un golpe en las costillas. Le prestó la mano para ayudarle a incorporarse. Orlando, tras unos instantes frenado mentalmente, volvió a la realidad y agarró la mano de Lucas.

-¿Estás bien?-le preguntó Lucas.

-Sí-contestó sin más, a medida que el ritmo de su respiración se iba calmando lentamente.

Los gritos de agonía de la mujer no habían cesado, tanto que de nuevo se abalanzó sobre los soldados. Ahora acechó a Lucas, el cual, al ver que la mujer se acercaba fuera de sí, empujó a Orlando fuera del ángulo de visión y se echó unos pasos hacia atrás. La mujer en pleno estado de descomposición corría como una loca hacia Lucas, y el soldado pudo ver en detalle, como los gusanos del cuerpo le caían formando una hilera detrás. Sus brazos se movían incansables en todas direcciones, como queriendo atraparlo incluso en la distancia. Debía ser rápido, muy rápido. Ya prácticamente tenía encima al cadáver viviente y le seguía apuntando. De repente, agarró la M4 por el borde del cañón, apuntando con la parte de atrás. Seguidamente, aunque ya no le apuntaba con la luz calculó los pasos que le quedaban hasta llegar a él.

Atizó con todas sus fuerzas y acertó. Acababa de asestar un golpe con la parte de atrás de la M4 a su atacante en toda la cara. La mujer se echó hacia atrás unos pasos, gritando con más rabia aún. Lucas le apuntó de nuevo para verle. Era como si no le hubiera hecho efecto el fuerte golpe en la cara, ya que ni se la tocó como normalmente suele hacer el ser humano.

“Pero esa mujer no puede ser nada, ¡está muerta, joder!”, se dijo a sí mismo intentando poner los pies en la tierra.

Sabía que más tenía que hacer. Sin apenas dejarla volver a recuperar el equilibrio empezó a correr hacia ella y le asestó una fuerte patada con la planta del pie en el pecho. La mujer se aproximó unos pasos hacia atrás hasta que acabó entrando en la caseta por la puerta. Lucas no pudo ver nada de dentro de la caseta. Únicamente oyó un fuerte golpe dentro y tan rápido como pudo cerró la puerta.

Suspirando, con la circulación agitada, se apoyó sobre la puerta, haciendo más fuerza, esperando la acometida de la mujer. Esperó unos segundos y no pasó nada. Una persona o animal, o lo que fuera, que estuviera tan desatada no tardaría ni un segundo en incorporarse y volver al ataque; pero a diferencia, no pasaba nada.

-Lucas, ¿estás bien?-le preguntó Orlando, que aún se reponía de los golpes.

-No hay problema-le indicó, levantando un brazo.

Orlando se acercó a la puerta donde estaba Lucas, apoyado.

-No sé qué está pasando aquí, pero no pinta nada bien. De hecho estarás de acuerdo conmigo de que tenemos que sacar nuestro culo de aquí ya mismo.

Lucas no contestó, asintió, inspirando y espirando con rapidez.

-Voy a avisar a las chicas. En cuanto estés preparado, ven donde estábamos. No tardes, no quiero estar más tiempo aquí-le dijo Orlando, le dio la espalda y se puso a andar.

De improvisto, y sin apenas poder reaccionar, Lucas empezó a oír pasos fugaces muy cerca, y después se vio sacudido fuertemente hacia un lado, el mismo lado al que se abrió la puerta, violentamente. La sacudida lo llevó no muy lejos; pero lo suficiente para ver que el causante de todo ello había sido el cadáver viviente de la mujer que le había atacado. No le vio; pero ya tenía la presa adjudicada: Orlando.

El mexicano oyó el ruido detrás, y en menos de un suspiro tenía casi encima a la mujer, que corría a toda prisa hacia él. Los nervios se apoderaron de él, haciendo que perdiera facultades para agarrar correctamente el fusil. Ya casi la tenía encima…
Se oyeron disparos a sus espaldas, y pasaron muy cercanos, ya que tras la ráfaga de tiros sólo oía un fuerte pitido en sus oídos. No pudo verlo, pero lo impactos fueron a parar al pecho de la alocada mujer, que retrocedió unos pasos y cayó de espaldas, muerta…

Orlando se giró y vio que Shu había sido la causante de la ráfaga de disparos que le había salvado la vida.

-¿Qué está pasando, Orlando?-le dijo agarrándole el hombro- Y, ¿dónde está Lucas?

-Estoy aquí-se oyó una voz no muy lejana.

-Esa mujer parecía fuera de sus casillas, ¿qué le pasaba?-preguntó Shu.

-No lo sé. Esto es una pesadilla-le dijo Orlando, que apenas podía explicarse con coherencia.

-Cuando fuimos a averiguar qué estaba pasando-sonó la voz de Lucas, que se acercaba desde no muy lejos-, nos encontramos con el cadáver en descomposición de una mujer. Estaba en fatales condiciones, como si estuviera magullado y comido por todos lados. En fin, estaba muerta.

-De ahí el repugnante olor-añadió Shu.

-Sí. Pero ahí es sólo el principio, ya que el jodido cadáver se levantó a atacarnos-dijo Lucas, sarcásticamente, pensando que estaba loco. La doctora Samantha aguardaba detrás de Shu, escuchando, expectante.

-Eso no es posible, Lucas-paró y los miró a los dos, fijamente-. ¿Es cierto, Orlando?-quiso saber la asiática.

-Así es.

Shu no podía creerles, más bien porque cuando alguien muere, nadie vuelve a la vida, a no ser que sea una película de zombis. Los miró de nuevo fijamente, y cada vez empezaba a creer con más fuerza la hipótesis de sus compañeros.

-Esa mujer era una loca que estaba tan viva como tú y yo-sentenció finalmente Shu, alejándose del lugar. Se estaba acercando hacia donde había caído la mujer que había acribillado a balazos.

-Shu, no vayas-le recomendó Lucas.

La asiática se adentró más allá, y casi pierde la consciencia al ver que la mujer no estaba. Quedaban unas gotas de sangre que parecía coagulada, y nada más en el lugar. De repente, oyó como si alguien estuviese muy cerca, a su lado, oliéndola. Presa del pánico, movió lentamente la luz de la linterna hasta el lado, y soltó un gritó ahogado cuando vio la mujer que antes había acribillado a balazos, justo a su lado, que la miraba fijamente con los ojos inyectados en sangre y con cara de furia.
Shu creía que se le echaría encima; pero no fue así. En un abrir y cerrar de ojos, Orlando había aparecido, se había lanzado contra el cadáver andante de la mujer y le había derribado al suelo. Sin más dilación, y soltando improperios, golpeó el cráneo de la mujer una y otra vez con la M4, hasta dejarlo como cristales rotos.
Ninguno miró la matanza que Orlando había hecho, y por ello, esperaron a que el mexicano se calmara. Pasaron unos minutos de silencio donde lo único que se oían eran golpes, hueso rompiéndose, algún gemido que otro de la mujer, e insultos que salían disparados de la boca del mexicano.

Lucas que no había articulado palabra acerca del suceso, les dijo a Shu y a Samantha que iba a intentar llamar a los otros. Se alejó lo suficiente del dantesco lugar, tanto que casi el olor a podredumbre al que se habían acostumbrado, no llegaba. Torció la esquina de la casa en la que estaban y se dirigió hacia la salida del pequeño terreno de la casa. Y justo cuando iba a llamar oyó miles de pasos que se acercaban a toda prisa hacia donde estaba. Pensó que tal vez fuera la ayuda; pero los pasos tan rápidos, tan numerosos, y los gemidos coléricos que oía le hicieron pensar otra cosa. Por su cabeza pasaron miles de imágenes, miles de respuestas, y una sola solución: esconderse.

Corrió a toda prisa, dobló la esquina y volvió donde estaban los demás. Allí estaba reunidas con el mexicano, que parecía más calmado, y que les contaba la razón por la que había matado a aquella mujer, más bien con fin de consolarse.

-¡Apagad la linternas! ¡Apagadlas!-gritaba Lucas, que corría despavorido hacia ellos. De camino apagó la linterna de su M4, y guiado por las luces de los otros llegó hasta ellos-. ¡No me habéis oídos, apagadlas, maldita sea!-Los pasos se habían multiplicado. Cada vez estaban más cerca- ¡Ya vienen!

Después, la oscuridad fue seguida de los pasos incesantes que se acercaban a toda prisa.

Continúa...

3 comentarios:

irakolvenik dijo...

Ya vienen, ya vienen! Por fin han aparecido, veamos ahora como se las apañan para salir de esta... un zombie puede afrontarse, una horda, difícilmente. Además, parece que estos no son de los lentos, así que lo van a tener aún más difícil!

Fer dijo...

Espera y verás. Lo sé, los infectados han tardado un tiempo, pero lo que se espera acaba llegando. Ahora la historia se va centrando en lo que le pasa a cada grupo, exactamente en el mismo instante a cada uno, en distintos lugares. Espero que te guste.
Gracias por seguirme!!

Anónimo dijo...

joder esto se pone cada vez mas intenso, pero odio a los zombies rapidos y lo peor es que no ce cansan T-T

AloneSparda

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A los fans del género, en especial, y a todos en general...

Espero que os esté agradando la novela. Me entretiene mucho escribir, y creo que la mejor manera de ver si a uno se le da bien es haciendolo. Por ello, aquí os he puesto a vuestra disposición mi primera novela de terror, donde plasmo mi verdadera satisfacción por los zombies.
La valoración de público es lo más importante a la hora de sacar adelante un proyecto, así que lo dejo en vuestras manos. Espero que colaboreis.

Atentamente, Fer.


Un pequeño GRAN empujón...

Desde Amanecer Zombie, NEO ha tenido la grandiosa idea de hacer una entrada donde incluye a autores independientes, como mi caso y otros amigos (Plaguelanders, es un claro ejemplo), denominado "Especial Relatos Zombies V 1.0". No lo dudéis, entrar y conocer otras historias. Es una ayuda muy importante, una iniciativa que se valora pero mucho.

¡¡Gracias!!

"Sin palabras"

Un estudioso, es más, un profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, el Dr. Steven C. Schlozman de la escuela de Medicina, no duda de que pueda darse en algun momento un Apocalipsis Z.
Enlace: http://trabucle.com/profesor-de-harvard-un-apocalipsis-zombie-podria-ser-posible/