Un estudio clandestino de los bioterroristas desatará el Apocalipsis Z

SINOPSIS

Un grupo de militares altamente cualificados ha sido llamado para aclarar y solucionar un sospechoso caso de bioterrorismo en Afganistán. Sus pasos llegarán hasta una ciudad del país, Qandahar, en la cual se vieron los terroristas por última vez. Sería sencillo. Entrar, sacar a los terroristas y destapar toda la trama; pero a sus espaldas el ser humano está siendo sacudido por el peor captor jamás pensado: el propio ser humano, sediento de carne humana con vida.

(XI) PARTE II: El Principio de l Fin. Apocalipsis.

En la mezquita

Lucas aún estaba recuperándose, cuando empezó a ser atosigado con las preguntas de sus compañeros. La cabeza le dolía todavía, y aunque oía palabras, no entendía prácticamente nada. “Mordido”, “Orlando”, “cuántos”…, eran palabras que le resonaban en la cabeza. De repente sintió como una voz autoritaria que hizo que las preguntas cesasen. Chuck se acercó a Lucas, que estaba sentado en el suelo, apoyado sobre una columna. Le agarró de la barbilla y le subió la cabeza, buscando la mirada del madrileño. Le estaban controlando como a una marioneta, y mientras tanto, Lucas apenas era consciente de nada de lo que se le hacía.

-¿Cómo te encuentras, amigo?-retumbó la voz del noruego en su cabeza.

La doctora se acercó para verlo. Tenía la mirada perdida y no contestaba a ninguna pregunta. Estaba consciente, pero no sabían si exactamente le dolía algo o no.

-Vamos amigo, di algo-susurraba Chuck.

Entonces, el noruego le agarró de la nuca y sintió que la zona estaba mojada. Apartó la mano y se vio que estaba manchada de sangre.

-¡Doctora!-exclamó Chuck, enseñando la palma de su mano, empapada.

La doctora, al verlo, se alarmó y le miró la nuca. Tenía una considerable brecha, muy sangrante, que al parecer era la causante de su aturdimiento. Samantha echó mano a su macuto y sacó gasas y puntos para tapar la herida. Mientras la doctora limpiaba la zona, Lucas lanzaba alguna que otra queja, en general gestos desagradables. Finalmente, le puso los puntos. Observaron al soldado, que seguía desconcertado. Lucas empezaba a dormirse, y eso no podía ser. Samantha les avisó que no podía dormirse en ningún momento, pues tal vez no se volviera a levantar. Debían mantenerlo despierto a toda costa, y cuando intentaba dormirse, le zarandeaban, despertándole y además, aumentando su mareo.

-Por lo visto, parece un golpe con un objeto-dijo Carlos mientras la doctora asintía a su lado.

-Sí, yo diría que lo han atacado-dijo Shu, mirándole.

-Es posible, está desarmado-añadió Chuck-. Yo hablé con él no hace mucho y hablaba perfectamente. Debió ser de camino hacia aquí.

-A lo mejor le han atacado esos locos de afuera-propuso la doctora.

Shu miró a la doctora con cara de asco; después pasó a ser desafiante. La doctora no le aguantó la mirada ni un minuto.

-Yo no lo creo-rebatió la asiática.

-Puede ser un arañazo-dijo Samantha mirando a todos menos a Shu.

-¿Qué más da?-preguntó Carlos, evitando el tema, pues razones tendría.

-Tal vez lo deberíamos tener en cuenta-indagó más aún la inmunóloga-. No lo sé, y es probable que me equivoque, pero el causante de la ira de esa gente puede ser un virus o algún agente infeccioso. Estoy hecha un verdadero lío, de verdad, porque pienso en lo que dijisteis del cadáver mutilado de la caseta, que despertó, enfurecido. Y luego esa gente fuera de sus cabales, muchos magullados y mordidos, por lo que no parecía un animal. Tal vez se contagie por contacto directo con fluidos de los infectados.

-¡No me creo nada!-saltó Shu con furia.

-Está bien, haced lo que queráis.

-Vamos, vamos…-les dijo Chuck justo después de haber zarandeado a Lucas.

-Es po…, posible…-susurró Lucas.

-¡Ha hablado!-gritó Chuck.

Todos se agolparon alrededor del soldado y esperaron que dijera algo. Lucas, que estaba mejorando, miró a su alrededor, viendo las caras impacientes de sus compañeros. Empezó a notar ausencias, empezó a notar golpes de fondo…, empezó a volver a la realidad. Intentó incorporarse por sí solo; pero no lo consiguió. Le ayudaron a ponerse de pie. En ese momento el mareo volvió, aunque se desvaneció rápido. Lucas se tocó la cabeza y volvió a mirarlos a todos.

-La doctora puede que tenga razón. He visto mordeduras en gente herida, aún dentro de sus cabales, las cuales les han llevado finalmente a morir y revivir al poco tiempo convertidos en verdaderas bestias-les dijo, recordando al niño caníbal con parte del cuello devorado. Después, se dejó deslizar por la columna, sentándose de nuevo.

-¿Pero tú estás bien?-le preguntó Carlos, preocupado.

-Perfectamente-le contestó con una sonrisa-. No me han mordido, no me han tocado un pelo, os lo aseguro. Este golpe me lo dio alguien en el hospital.

-¿Cómo que en el hospital?-quiso saber Chuck.

-Sí… Verás, cuando venía hacia aquí, una mujer me alarmó desde el hospital para que la auxiliara. Cuando llegué, la mujer estaba protegiendo a su hijo, que había sido atacado por esos locos. Cuando empezó a cambiar, le intenté reducir a disparos, pero la madre lo evitó. Entonces, algo me golpeó la cabeza… No recuerdo mucho. Cuando me desperté, el niño se había convertido en otra fiera de esas y estaba devorando a su madre por el cuello. Me atacó; pero logré reducirlo. Después me atacó la madre-paró un tiempo-. Salí ileso. Bajé hasta abajo y entonces fue cuando quedé totalmente impresionado. Una ambulancia, conducida por un hombre musulmán pasó a ras mío y se metió en la plaza del pueblo. De repente, aparecieron miles de devoradores de todos los lados rodeando el coche y matando al hombre.

-Cuando dices “miles” exageras, ¿verdad?-preguntó Shu.

-No. Estoy hablando completamente en serio. No los conté, pero entre tantos lograron frenar la ambulancia a gran velocidad-se horrorizó al recordarlo. Los demás estaban experimentando el mismo terror en su piel en ese momento-. Había niños, niñas, mujeres, hombres, y hasta ancianos con una fuerza y rapidez descomunales. Era tremendo…

Se habría hecho el silencio más tenso si no hubiera sido por los insistentes golpes sobre la puerta de algún infectado del exterior. Chuck empezó a moverse de un lado a otro, pensativo y algo inquieto. En ese mismo instante, Carlos empezaba a notar escalofríos por todo el cuerpo, sudoración fría y calor general, por lo que notaba que estaba teniendo un ataque febril. Los arañazos de la pierna le dolían en ese momento mucho más que en el instante cuando fue atacado y empezó a sentir el pánico por todo su cuerpo al pensar que podría hacerse realidad la teoría de la doctora. Se sintió cansado, y rápidamente se sentó al lado de Lucas pasando su malestar desapercibido para los demás.

-¿Cómo estarán las chicas?-le preguntó Carlos.

-Seguro que mejor que nosotros, no hay duda.

-Quien sabe…, tal vez esto haya llegado más allá; incluso a lo mejor, este sea un foco secundario y el primario esté en otro lugar-intentó dar soluciones que a ellos les sonaban a músicas celestiales.

-No lo creo. Si no me equivoco, aquí es donde ha empezado esta mierda, y sea privilegio o no, somos los únicos que podemos hacer algo.

-No lo veo un privilegio, lo veo una putada…-y rieron ambos, disfrutando un poco de la locura del momento-. Joder, Lucas…, en menudo lío nos hemos metido. Recuerdo aquella tarde cuando la vieja del quinto corría detrás con el palo de la escoba-rió.
-Eso sí que era un verdadero lío…-añadió Lucas, mofándose a la vez que recordaba las jugarretas que habían hecho cuando eran adolescentes.

Más lejos, Shu y Chuck hablaban cerca de la puerta, escuchando muy de cerca los sonidos iracundos del infectado que golpeaba el exterior. A pesar de ser unos alaridos coléricos, podían detectar perfectamente que se trataba de Orlando, o lo que quedaba de su persona. Llevaba minutos dando golpes y soltando alaridos sin ton ni son, buscando entrar a toda costa. Su rabia tenía picos máximos, y de vez en cuando, los alaridos eran de mayor intensidad y los golpes eran más seguidos y más fuertes. Shu lloraba desconsolada al oír la bestia en la que se había convertido Orlando, pensando en cómo le vio morir delante de sus narices. Shu le había comentado desde su punto de vista cómo había pasado. Acusaba a la doctora de todo, por haberlo fastidiado en la casa, por haber intentado poner en prueba hipótesis científicas sin pensar el peligro que ello conllevaba. Eso no solucionaba nada; pero así Chuck entendía mejor el enfado de la asiática y a Shu le servía para desahogarse. La doctora, estaba recluida en una esquina, en silencio total, sumida en pensamientos de culpabilidad que le oprimían el pecho, hasta casi dejarle sin respiración.

De repente, Orlando se marchó, dejando así tranquilidad en la sala. Chuck escuchó a través de la puerta. Cuando estuvo seguro de que no había ninguno de los infectados fuera, se dispuso a contar a los demás el plan que había ideado durante la noche, aunque con lo nuevo que Lucas le contó, algo cambió.

-Escuchadme-les dijo mientras se aproximaba al centro del grupo-, estaréis de acuerdo conmigo en que debemos permanecer aquí el menor tiempo posible, ya que si miles de ésos se aproximan, tirarán la puerta en poco tiempo y este lugar será nuestra ratonera. He pensado que nuestra mejor escapatoria será escapar por los bosques de las inmediaciones.

-Imposible, también están allí-comunicó Lucas, que había sido testigo de ello.
Chuck se quedó pensativo.

-No nos queda otra cosa. Es lógico que en el bosque haya menos, ya que no suele vivir gente en el bosque, por ello principalmente estarán en la ciudad. Con las armas que tenemos y la munición que nos quedé lograremos llegar lejos de aquí.
-¿Y luego qué?-preguntó Carlos, que volvía a tener sudoración fría.
-Iremos al centro andando.

-No creo que sea la mejor idea-expuso Shu.

-Lo sé…-dijo Chuck, abrumado-. Entonces uno, yo mismo, me adentraré en la ciudad hasta donde dejamos la URO y os recogeré en la entrada de la ciudad.

Todos se quedaron callados, pensando en lo que el noruego les había propuesto. Era un silencio que denotaba las pocas y obligadas posibilidades que tenían los soldados para tener en cuenta otros planes. Nadie tenía el valor de acceder a la oferta del noruego ya que la integridad de los allí presentes era lo más importante.
-Está bien-dijo Lucas bajo la atenta mirada de los demás-, pero está claro que solo no puedes ir a buscar la URO, yo te acompañaré.

-Muy bien-asintió Chuck-. No nos queda nada mejor, nuestra situación no es nada buena.

-¿Cuándo salimos, entonces?-quiso saber Shu.

Seguidamente, el códec de Chuck empezó a sonar. Chuck, desconcertado cogió la llamada.

-Soy Steve…-susurró el joven ingeniero al otro lado.

-¡Steve!-gritó Chuck. Los demás se sorprendieron y prestaron atención a la conversación.

-¿Dónde estás? ¿Cómo te encuentras?

-No lo sé. Me duele todo-tosió soltando un alarido de dolor-. Creo que caí por algún sitio con uno de esos cabrones-tosió de nuevo.

-¿Te han mordido o arañado?

-No lo sé…, tengo el cuerpo magullado; pero tal vez sea de la caída.

Chuck cerró los ojos lamentándose.

-¿Están cerca?

-No. Desde donde estoy veo un bosque…-paró un tiempo-. Espera, se acercan…-susurró con la voz quebrada. Su respiración estaba acelerada, incluso lloraba.

-Steve no te muevas, ¡no te muevas!-le gritó Chuck.

La llamada se cortó.

-¡Joder!

Todos se quedaron petrificados. Chuck repetía el nombre del joven ingeniero una y otra vez esperando recibir una respuesta de su parte. Los demás esperaban, de igual manera que Steve les contestara, que les diera alguna señal de vida, para saber si así no había sido alcanzado por los caníbales del exterior. No obtuvieron respuesta, es más, el códec no daba señal.

-No podemos dejarle…-dijo Chuck, mientras intentaba calmarse.

-Creo que sé dónde puede estar-les dijo Carlos, que se levantaba de donde estaba sentado. Notó una intensa molestia en la pierna arañada.

-Pues no perdamos el tiempo-se lanzó a decir Lucas.

-¿Dónde puede estar?-preguntó Chuck.

-Chuck, cuando veníamos por la noche hacia la mezquita, Steve fue arrollado por esos cabrones-contó y Chuck asintió, dándole la razón-. Ahí es donde tiene que estar.
-Es muy peligroso-les advirtió Shu.

-Lo sé, de todas formas pensábamos salir, con lo cual estaríamos en las mismas-dijo Carlos, conformándose.

-Yo voy-dijo Lucas.

-Lucas creo que…

-Estoy perfecto, Chuck.

El noruego quedó chafado, por ello asintió y no dijo nada más. Carlos llegó desde detrás y se ofreció a dirigir a Lucas hasta su compañero. Carlos ya se sentía mejor, pero era muy posible que tuviese algo de fiebre, pues tenía un calor insoportable.

-Necesito un arma-pidió Lucas.

-Toma mi fusil-le dijo Chuck, lanzándoselo a las manos.

-Gracias.

-Tiene que ser rápido, ¿está claro?-les dijo Chuck con tono autoritario-. Si no lo encontráis en menos de cinco minutos, volvéis a toda hostia.

Los dos asintieron. Miraron si las armas estaban cargadas, y tras verificarlo, les dieron el aviso de que estaban preparados. Chuck empezó a abrir la puerta de madera muy lentamente, mientras Shu defendía desde detrás y la doctora se ocultaba más aún. El primero que salió fue Carlos, que tras recuperarse de su choque con la luz solar, chequeó la zona rápidamente observando que no había ningún infectado. Asintió a Lucas que aún no había salido, el cual antes de dejar la mezquita miró a sus amigos y les dijo:

-Si no volvemos en cinco minutos, no nos busquéis.

De repente, la puerta de la mezquita se cerró detrás de ellos, dejando a las presas expuestas a los depredadores.

Continúa...

4 comentarios:

irakolvenik dijo...

Me gusta que alguien a quien creía desaparecido de la historia aparezca por sorpresa, pero creo que estos soldados tienen una tendencia a hacerse los héroes que no les va a traer nada bueno... :P

PS: Shu vs. la doctora... Pelea de chicas! Me recuerdan a las mías, Mishel y Alex... Por el amor que se tienen, ya sabes XD

Fer dijo...

Es muy probable que su acto heroico les lleve por una mal camino, pero para eso tendrás que esperar a la siguiente entrada...

Realmente en tu historia, Mishel es odiosa, por su culpa todo se ha ido al garete... La doctora también la ha cagado, ya que el pobre Orlando se fue al otro barrio. Es normal esa reacción de odio por parte de Shu, ya que ella y el mexicano eran muy buenos amigos!!

Un saludo, y gracias de nuevo por tus comentarios!!!

carlos dijo...

me parece que los tiempos de infección no son constantes. La madre del niño, se infectó en seguida. Orlando, se infectó rápido. Y Lucas, tarda mucho en enfermarse!!! Pero a historia esta MUYYYY buena. Realmente buena.

Fer dijo...

carlos, es apreciable el desfase de tiempo de transformación entre individuos distintos. No me voy a poner con la vena científica, pero la rapidez de la infección va a depender de la cantidad de virus inoculado sobre el individuo, es decir, con un mordisco se inocula más cantidad de virus que con una arañazo, como le ocurrió a Carlos, el cual tardó más en convertirse.

Espero haberlo aclarado!! Un saludo!!

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A los fans del género, en especial, y a todos en general...

Espero que os esté agradando la novela. Me entretiene mucho escribir, y creo que la mejor manera de ver si a uno se le da bien es haciendolo. Por ello, aquí os he puesto a vuestra disposición mi primera novela de terror, donde plasmo mi verdadera satisfacción por los zombies.
La valoración de público es lo más importante a la hora de sacar adelante un proyecto, así que lo dejo en vuestras manos. Espero que colaboreis.

Atentamente, Fer.


Un pequeño GRAN empujón...

Desde Amanecer Zombie, NEO ha tenido la grandiosa idea de hacer una entrada donde incluye a autores independientes, como mi caso y otros amigos (Plaguelanders, es un claro ejemplo), denominado "Especial Relatos Zombies V 1.0". No lo dudéis, entrar y conocer otras historias. Es una ayuda muy importante, una iniciativa que se valora pero mucho.

¡¡Gracias!!

"Sin palabras"

Un estudioso, es más, un profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, el Dr. Steven C. Schlozman de la escuela de Medicina, no duda de que pueda darse en algun momento un Apocalipsis Z.
Enlace: http://trabucle.com/profesor-de-harvard-un-apocalipsis-zombie-podria-ser-posible/