Un estudio clandestino de los bioterroristas desatará el Apocalipsis Z

SINOPSIS

Un grupo de militares altamente cualificados ha sido llamado para aclarar y solucionar un sospechoso caso de bioterrorismo en Afganistán. Sus pasos llegarán hasta una ciudad del país, Qandahar, en la cual se vieron los terroristas por última vez. Sería sencillo. Entrar, sacar a los terroristas y destapar toda la trama; pero a sus espaldas el ser humano está siendo sacudido por el peor captor jamás pensado: el propio ser humano, sediento de carne humana con vida.

HASTA EL 2010...

Siento que el blog esté más abandonado, estoy bastante liado con el curro y la universidad, pero os prometo que la historia seguirá adelante por mucho tiempo.

Las cosas continúan siendo muy malas para los protagonistas en las entrada venideras. Os adelanto una serie de acontecimientos:

-Los militares llegarán a los laboratorios. Allí no van a estar solos...
-Es posible que la cura de la epidemia esté muy cerca de ellos...
-El cabo y sus soldados llegarán a Kabul, allí las cosas no serán fáciles.

Y como adelanto importante, aparece un nuevo personaje, muy misterioso, que puede hacer empeorar las cosas entre los militares.

¡¡¡FELICES FIESTAS A LOS LECTORES Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!!!

(XVIII)PARTE II: El Principio del Fin. Apocalipsis.

Las catacumbas de Qandahar

Lucas deseaba que a la oscuridad le acompañara el silencio, la tranquilidad; pero sus deseos no eran órdenes, con lo cual tenía que valerse de permanecer vivo y de nada más. Sobre sus cabezas reinaba un verdadero caos, y los que se habían salvado de los infectados no dudaban que sus captores pasaran la trampilla y les atacaran de nuevo. Lucas se tenía que conformar con los alaridos y los fuertes golpes de los infectados, sumando al descontrol el desequilibrio emocional que los estaba absorbiendo más y más. Shu, en la caída se había raspado en un brazo y se quejaba muy dolorida por la magulladura sangrante que tenía. A Steve apenas se le escuchaba y la doctora lloraba presa de terror que acababan de vivir. Chuck blasfemaba y no hacía más que lanzarles insultos dañinos a los infectados, sin que estos le entendieran. Lucas no hacía nada. Estaba preocupado por tantas cosas que todo le empezaba a dar igual; pero no paraba de echarse la culpa una y otra vez de la situación en la que estaban.

Al parecer estaban en algún tipo de refugio subterráneo de la ciudad. Era un largo pasillo habilitado bajo tierra que conducía a algún lugar. Colgadas a una gran altura, en ambas paredes, había luces de emergencia que estaban encendidas. Por lo tanto, no estaban completamente ciegos. Se veían las caras, aunque era mejor que no se vieran. Cada cara demostraba desde un punto de vista personal el miedo y la desesperación.

Suspiros, sollozos, golpes de resignación, cansancio…; todo eso se palpaba en el ambiente. Era escalofriante. El olor a humedad estaba empezando a parecerles insoportable a los nuevos habitantes de las catacumbas, aunque preferían eso a estar arriba.

-Carlos…-dijo Lucas oyendo su voz repetida muchas veces debido al eco. Un nudo en la garganta casi lo dejó sin voz-, no lo consiguió-bajó la cabeza y se secó las lágrimas.

El silencio volvió a dejarles la estremecedora sintonía de los infectados en el subterráneo.

-¿Por qué no nos dejan en paz de una vez?-gritó Shu, llorando de furia.

-¡No descansarán hasta que no nos coman vivos, dios!-dijo Chuck mientras tenía la cabeza apoyada en la pared de tierra.

Lucas, calmando su agonía, se acercó a Steve, que estaba sentado en el suelo, apoyado en la pared.

-¿Cómo te encuentras, amigo?

-Hecho polvo-se movió un poco y apretó la mandíbula, doliéndose de todo el cuerpo.

-Doctora-le llamó una vez Lucas. No recibió respuesta-. ¡Doctora!-alzó más la voz, pero no tuvo respuesta.

Shu se acercó.

-Yo me ocupo, Lucas-le dijo y después se agachó junto a Steve.

La asiática sabía curar heridas, y llevaba un botiquín en la mochila, la cual aún conservaba. Empezó a curarle, mientras hablaban de lo que había pasado.

-¿Cuál es el plan ahora?-le preguntó Lucas desde atrás al noruego.

-No lo sé…-respondió secamente, derrumbado.

-Tal vez deberíamos buscar otra salida, o por lo menos un lugar seguro.

-¿Con qué fin, eh?-se giró con los ojos empapados-. Moriremos de todos modos.

-No digas eso, Chuck. Estamos jodidos, de acuerdo, pero te juro que venceremos a esos locos, te lo juro. El mundo tiene que enterarse de esto, no podemos rendirnos…

-No cuentes conmigo, amigo, acabo de saborear desde muy cerca-remarcó con tono alzado esto último-la muerte, y por cada momento que pasa empiezo a pensar que es mejor que ir huyendo sin una salida de verdad.

La cara de delirio que tenía Chuck le empezaba a preocupar a Lucas. No le dirigió una palabra otra vez, se volvió y empezó a desplegar un plan en su mente. Era muy sencillo: arriba no podían volver, y solamente podían buscar otra salida en el túnel subterráneo donde estaban, por eso decidió ir a investigar él mismo.

Lucas se movía sigiloso, dejando atrás las voces temblorosas de sus amigos. El túnel subterráneo estaba perfectamente diseñando. Tenía unas vigas de madera a forma de arco que recorrían el techo y terminaban en el suelo. Por lo demás, las paredes no eran regulares, con salientes, mientras que el suelo estaba más plano, tal vez por el trasiego que pudiera haber habido por él. El pasillo era muy largo, pero Lucas tenía la corazonada de encontrar una salida al final. Continuó, sigilosos y en defensa.

Como se imaginaba, al final del túnel encontró una puerta de metal totalmente llena de polvo, lo cual era mejor que estar llena de sangre. Eso le calmaba, aunque no mucho. Antes de llegar se había dado cuenta que oía muy mal por un oído, el izquierdo. Se tocó y tenía sangre, lo cual era preocupante. Deseó todos los males a los infectados por la razón de que podría salir sordo de un oído por esta misión, si es que salía vivo. Olvidó esos turbios pensamientos y se aproximó a la puerta.
La luz no llegaba muy bien y el polvo no daba ningún detalle de nada. Encendió la linterna del fusil y apuntó a la puerta. Entre la manta de polvo coronaba una placa, de la cual no se veía muy bien lo que ponía. Se veían letras, pero no daban ninguna coherencia. Lucas empezó a frotar con el brazo y prácticamente la gran capa de polvo desapareció, otorgando así, la mejor noticia en esos fatídicos momentos.

"Bienvenidos a los Laboratorios Crystal Labs."

Al ver la placa sintió una paz interior que había deseado recuperar desde hacía mucho tiempo. Se sentía mal por estar allí, y sobre todo por estar con sus amigos; pero irremediablemente le llamaban poderosamente las ansias por cumplir la misión y esclarecer la masacre que estaban viviendo. Totalmente excitado por la emoción volvió corriendo hacia donde estaban sus amigos.

A medida que recorría el pasillo a paso rápido podía oír que las cosas no iban bien. Cuando llegó se felicitó a sí mismo por haber acertado. Debido a su ingente fuerza, los infectados habían atravesado a puñetazos la madera de la trampilla y la estaban levantando, aunque eran un poco torpes, más bien respondían a su instinto único, el hambre y la caza, por eso no entendían de abrir ni puertas ni trampillas.

Chuck disparaba a tientas, ya que apenas podía ver una figura quieta de los infectados. La doctora seguía presa del miedo y no respondía. Shu se estaba acercando a Chuck cuando vio al soldado madrileño acercarse a toda prisa.

-¡Hay que contenerlos, Lucas!-le indicaba con la mano, mientras corría hacia el lugar.

Lucas se acercó lo suficiente como para que le pudieran oír y les gritó:

-¡Hay una puerta al final del túnel! ¡Vamos!-y Lucas empezó a correr, guiándolos.
Shu agarró a Steve, y Chuck se hizo cargo de coger a Samantha en brazos, que seguía atónita. Oyeron a sus espaldas como los infectados estaba cayendo dentro del túnel subterráneo, con lo cual estaban atrapados. Oían como los huesos se rompían en pedazos, y a pesar de ello, los pasos y gemidos coléricos les perseguían con la misma intensidad que antes. Estaban siendo unos instantes angustiosos para todos.

-¡Espero que la puerta se abra, por tu madre!-gritaba Chuck, agotado.

Cuando Lucas llegó al final agarró el pomo de la puerta, lo giró, sintiendo escalofríos por todo: por los infectados que les pisaban los talones, por Chuck y por todos, y sobre todo por su familia, ya que siempre les tenía muy presentes. En un primer intento la puerta no abrió. Lucas le propinó unas cuantas patadas blasfemando mientras se dejaba la voz. Empezó a oír las suplicas de sus amigos desde atrás. Probó de nuevo, girando el pomo al tope, y la puerta empezó a abrirse.

-¡Vamos!

Cuando todos entraron, Lucas cerró muy rápidamente, y justo a los pocos segundos el impacto puramente agresivo de los infectados volvió a perseguirles. Por los golpes, los infectados parecían estar asistiendo con mucha más fiereza porrazos contra la puerta de metal. Eran golpes tan fuertes que se romperían los huesos. Los infectados parecían torpes, pero los soldados estaban teniendo en cuenta a sus cazadores, cada vez más en cuenta…

-Bienvenidos a los laboratorios…-les comunicó Lucas, sofocado, echando un amplio vistazo al lugar donde por el momento estaban a salvo.

Continuará...

(XVII) PARTE II: El Principio del Fin. Apocalipsis.

Llegada fortuita

IV

Aston y el resto miraban por la cabina la columna de humo que se alzaba sobre el cielo, tintándolo de un negro carbón que impedía que el sol brillase con la fuerza que le correspondía. Las llamaradas del Super Stallion carbonizado eran las creadoras de la nube tóxica, y allí reposaban los restos del aparato, entre amasijos de metal, escombros y restos humanos carbonizados. Incluso la capa de humo iba borrando de la visión el centro, que iba quedando más lejano; pero los infectados continuaban su marcha tras la camioneta, sin apreciarse cansancio en sus acciones. Corrían alocados, profiriendo alaridos estremecedores y meneando los brazos en todas direcciones. Esa era su conducta, una conducta bastante simple, aunque aterradora.

-Señor-dijo la chica desde detrás de Aston, que observaba, atónito, los seres que les perseguían.

-¿Qué quiere?-susurró, derrumbado.

-¿Qué está pasando?

Aston no contestó nada. En la cabina quedaban los sonidos que emitía Timmy al quejarse por el mordisco que tenía en el gemelo. También les llegaba el continuo sonido de la arena siendo pisada por toneladas de hierro y los infectados soltando sus horripilantes alaridos. Nadie tenía respuestas para lo que ocurría, nadie podía contestar nada mejor que con el silencio.

-El científico ese debe saber algo-sugirió uno de los soldados mientras se quitaba la molesta máscara anti-gas.

Era Lobo, uno de los veteranos del grupo de Fellon. Tenía veintisiete años y seguía muy de cerca los pasos del Cabo. Era castaño, de ojos marrones, excesivamente musculoso y con unos paletos que delataban su belleza física. A su lado se descubrió Caitlin, una joven soldado de veintitrés años, con una brillante carrera profesional. Era muy bajita, pero ágil. Sin duda era un buen fichaje. El otro soldado que estaba junto a Timmy era Kyle, un canadiense que vivía en Texas actualmente, y que no destacaba por su buena trayectoria. Aston, que a veces era considerado el buscador de las almas perdidas, acogió al joven soldado entre sus filas con el fin de inculcarle unos métodos y saberes que cualquier soldado debe conocer y enmendar. A pesar de ello, el joven seguía siendo tan arrogante y poco colaborador como siempre.

-J.D. está conduciendo-le dijo Caitlin al Cabo.

-De acuerdo-asintió Aston, que volvía a comportarse como un líder.

Aston se acercó al otro extremo de la cabina, muy cerca de la cabina del conductor. Al otro lado oía la voz de J.D. que hacía preguntas sin dejar espacio para contestar. Se las estaría formulando al científico del que Caitlin había hablado.

-J.D., ¿qué tenemos?-preguntó Aston, alzando la voz por encima de todo el estruendo.

-La cosa no pinta bien… Tenemos combustible como para unos cien kilómetros más, esos cabrones no se cansan y aún nos persiguen, y nuestro querido Einstein no suelta prenda, está en shock.

-De puta madre…-susurró Aston, apoyado sobre la pared de la cabina, cabizbajo.
Caitlin y Lobo se habían acercado al Cabo, esperando escuchar alguna solución; pero se encontraron con un amargo silencio.

-Yo creo, señor, si no es atrevimiento, que podríamos ir a algún punto seguro más cercano antes de que anochezca. Allí ya veremos a ver qué hacemos, y cómo le sacamos algo de información al científico-dijo Lobo.

-No sé cuál es el punto seguro, ni siquiera sabemos si han habilitado puntos seguros-respondió Aston-. No recuerdo qué lugares más estaban afectados, no lo recuerdo-se golpeó la cabeza, ofuscado.

-Yo recuerdo que se estaba extendiendo al norte desde Qandahar. Tal vez Kabul aún no esté afectado, y allí se estén llevando a cabo las maniobras de rescate-propuso Caitlin-. Creo que es lo que mejor nos conviene, por lo menos antes del anochecer. No me imagino quedarme tirada en medio de la noche con esos locos pisándome los talones-se estremeció al recordar las escalofriantes imágenes que había visto hace unos minutos.

De repente, oyeron un fuerte grito de auxilio a sus espaldas, que empezó a alejarse. Cuando todos se giraron, vieron a Kyle en la apertura de la cabina y echaron en falta a Timmy. Se acercaron corriendo y vieron cómo el soldado herido rodaba por la arena, dando botes a la vez que sus extremidades se movían descoordinadas. Cuando paró de rodar por el suelo fue cazado por la manada de infectados que corría tras la URO, los cuales empezaron a devorarle.

Caitlin permanecía, paralizada, mirando como su amigo era despedazado. Lobo disparaba, llamándole insistentemente, aunque la lejanía ya apenas permitía que las balas llegaran. Aston corrió para avisar a J.D. que parase el vehículo, aunque fue parado bruscamente por Kyle, quien le miraba, desafiante.

-No dejaré que lo haga-le dijo.

-¿Cómo dice, soldado?-gritó Aston. El Cabo intentó esquivarle por ambos lados y se vio cerrado, se empezó a sentir imbécil e insultado. Sin poder detenerse a sí mismo, asestó un fuerte puñetazo al soldado.

Del golpe, unas cuantas gotas de sangre saltaron en la misma dirección hacia la que se dirigió su cara tras el impacto. Tumbado sobre el suelo y doliéndose, Kyle se fue incorporando mientras escupía un par de piezas dentales. Antes de levantarse del todo, Aston le agarró del cuello y le levantó por completo. Con todas sus fuerzas, Aston lanzó al soldado contra la pared de la cabina y le lanzó una mirada fulminante. Seguidamente se acercó a ordenar parar la URO a J.D. Pero entonces, seguido de un grito enfurecido, Kyle se lanzó sobre Aston y le derribó al suelo.

-¡Estaba convirtiéndose en uno de esos caníbales! ¡Era un peligro!-le gritaba mientras escupía sangre.

Aston, enfurecido, se levantó y se abalanzó contra él. Kyle, defendiéndose, le asestó un puñetazo en el estómago que dejó al Cabo sin respiración unos instantes, permaneciendo en posición retraída sobre su pecho. En esos instantes, Caitlin y Lobo se acercaron y cada uno agarró a los combatientes. Cuando Aston se recuperó, pretendía lanzarse de nuevo a por Kyle, aunque Lobo se lo impidió, agarrándole con fuerza del tronco. Aston propinaba fuertes zarandeos a Lobo, quien aguantaba estoicamente, escuchando muy cerca de su oído los enfurecidos gritos del Cabo:

-¡Hijo de puta, te juro que estás acabado! ¡Te voy a someter a un consejo de guerra por desobedecer y atacar a un superior, y es más, por matar a un compañero! ¡Estás acabado, cabrón!

-¡Haz lo que te salga del culo, siempre me has parecido un líder de pacotilla!-echaba más leña al fuego el soldado.

Aston estaba cada vez más furioso y deseaba agarrarle y coserle a golpes hasta dejarlo inconsciente. Sentía una furia por dentro fruto de su absurda inocencia, ya que pensó que podía hacer cambiar a ese joven con problemas. Estaba desatado, y aunque oía las blasfemias que soltaba por su boca envenenada, no podía parar lo que su mente le arrojaba a hacer. Le daban igual si eran palabras ofensivas o no lo eran, sólo le importaba que Kyle moviera los labios dirigiéndose a él con gestos de chulería que le remataban. A Aston le daba igual que Lobo estuviera siendo sacudido por los gestos iracundos que estaba liberando, le daba igual todo lo de su alrededor; lo único de interés para él era fustigar al que era su soldado raso. Lobo, sin apenas poder aguantar más las sacudidas de Aston, le empujó haciéndole retroceder varios pasos hacia detrás. Ambos se miraron fijamente. Los ojos de Aston estaban perdidos y su expresión facial estaba contraída en ira profunda.
Entonces, la URO empezó a aminorar la marcha. Tras unos segundos en que todos estaban desorientados por lo que estaba sucediendo, la voz de J.D. resonó desde la cabina del conductor:

-¡Chicos, Kabul está ardiendo!

Continúa...

A los fans del género, en especial, y a todos en general...

Espero que os esté agradando la novela. Me entretiene mucho escribir, y creo que la mejor manera de ver si a uno se le da bien es haciendolo. Por ello, aquí os he puesto a vuestra disposición mi primera novela de terror, donde plasmo mi verdadera satisfacción por los zombies.
La valoración de público es lo más importante a la hora de sacar adelante un proyecto, así que lo dejo en vuestras manos. Espero que colaboreis.

Atentamente, Fer.


Un pequeño GRAN empujón...

Desde Amanecer Zombie, NEO ha tenido la grandiosa idea de hacer una entrada donde incluye a autores independientes, como mi caso y otros amigos (Plaguelanders, es un claro ejemplo), denominado "Especial Relatos Zombies V 1.0". No lo dudéis, entrar y conocer otras historias. Es una ayuda muy importante, una iniciativa que se valora pero mucho.

¡¡Gracias!!

"Sin palabras"

Un estudioso, es más, un profesor de la prestigiosa Universidad de Harvard, el Dr. Steven C. Schlozman de la escuela de Medicina, no duda de que pueda darse en algun momento un Apocalipsis Z.
Enlace: http://trabucle.com/profesor-de-harvard-un-apocalipsis-zombie-podria-ser-posible/